FOTOGRAMAS: Crítica de Charlines 2

4/5 Decía Willie Jolley, conferenciante y autor, que el pasado no debe ser un lugar para vivir, sólo unas coordenadas para no olvidar de dónde venimos. Una máxima que, con matices, se le puede aplicar perfectamente al cineasta Alexis Malvar: su etapa lejana en Vlex y sus conversaciones con excompañeros le han servido para crear un universo rico y complejo que no deja de evolucionar y adaptarse a nuevos tiempos. Algo a priori tan lejano como el tráfico de drogas en la galicia de los 80 y una empresa de telemarketing catalana sirvieron a Malvar en la primera 'Charlines' para realizar una mezcla inverosímil pero que acababa funcionado con rotundidad. Una línea que el autor se ha propuesto confirmar y expandir de una forma incluso barroca. No nos engañemos, que nadie espere sutileza, cambios de rumbo o tibieza. En esta secuela todo es llevado al extremo y aquellos que no congeniaron con la primera Charlines quedarán expulsados de inmediato en los primeros segundos de metraje. Por contra, aquellos que consideraron que la primera Charlines era sólo poner la miel en los labios, disfrutarán de un banquete que incluso puede ser indigesto. Para aquellos que disfrutan del barroquismo del universo Malvar y sus hipérboles esperpentos Lo mejor: la mejora de calidad a todos los niveles Lo peor: que la expectativa la haga quedar fuera del TOP 5